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Gianluca Magi
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Buddha

 
«¡El mundo está en llamas!
¡Tu casa se está quemando!
Pues no preguntes cómo es el mundo y cuál es su principio.
¡Antes piensa en salvarte!»

- Buda

 

 


En el siglo sexto, el budismo hace su aparición en la cordillera del Himalaya, en el reino de Kapilavastu, actual  Nepal, gracias a un príncipe, Siddhartha Gautama de la estirpe de los
Sakya, que fundamentándose en sus propias intuiciones, alcanzaba el estado existencial  del Buda, «el Despierto». 
La tradición cuenta que el joven príncipe vivía en una especie de corte dorada donde sus padres lo mantenían al abrigo de todas esas percepciones desagradables de la realidad del mundo que se resumen en enfermedad, envejecimiento y muerte. Después de un paseo furtivo fuera de la corte, quedó fuertemente turbado por ese lado de la existencia que ignoraba completamente. Comprendió que la seguridad es fragil, que todo pasa y que los males impensables son posibles. Huyó de la casa, de la familia, de los placeres, de las comodidades y llegó a ser el sakyamuni, «el sabio silencioso de la estirpe de los sakya»: el que emprende una busqueda espiritual capaz de poner remedio a sus miedos, a la busqueda del eterno presente donde no hay enfermedad, vejez y muerte.
Él sentía que el problema del tiempo es el problema, porque implica el

 

del Yo, ya que el Yo es el pasado, el presente y el futuro también, o sea la anticipación del tiempo que vendrá. Después de toparse con varios maestros y de someterse a prácticas ascéticas extenuantes que abandonó cada vez dándose cuenta de que un cuerpo maltrecho es un obstáculo para la Liberación, Sakyamuni se percató, bajo el árbol de la Bodhi, de su despertar a través del Camino Medio: se hundió en la plenitud eterna del presente sin extensión donde finalmente el tiempo no arraiga más.
Descubrió ese instante que no se puede coger, que no es en el tiempo, que no es presente, que no es pasado, que no es futuro. La muerte murió, la esencia del Buda se reconoció invulnerable y el sufimiento se disolvió en un océano dulce que era el tiempo incesante que ofrecía su eterno presente: la existencia. 

[extraído de mi libro Uscite dal sogno della veglia (Salgan del sueño de la vela), Edizione della Scuola Superiore di Filosofia Orientale e Comparativa, Rímini 2008].



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